Numerosos estudios vinculan el estudio de la música con el rendimiento académico, pero ¿qué tiene una formación musical seria que parece correlacionarse con un éxito descomunal en otros campos?
La conexión no es casual. Lo sé porque pregunté. Les hice la pregunta a profesionales de primer nivel en sectores que van desde la tecnología hasta las finanzas y los medios de comunicación, todos ellos con vidas pasadas serias (aunque a menudo poco conocidas) como músicos. Casi todos relacionaron su formación musical con sus logros profesionales.
El fenómeno se extiende más allá de la asociación entre matemáticas y música. Sorprendentemente, muchos estudiantes de alto rendimiento me dijeron que la música les abría los caminos hacia el pensamiento creativo. Y sus experiencias sugieren que la formación musical agudiza otras cualidades: la colaboración, la capacidad de escuchar, una forma de pensar que entrelaza ideas dispares y el poder de centrarse en el presente y el futuro simultáneamente.
¿El programa de música de su escuela convertirá a su hijo en un Paul Allen, el multimillonario cofundador de Microsoft (guitarra)? ¿O en un Woody Allen (clarinete)? Probablemente no. Son triunfadores singulares. Pero la forma en que estos y otros visionarios con los que hablé procesan la música es fascinante. Como lo es la forma en que muchos de ellos aplican las lecciones de concentración y disciplina de la música a nuevas formas de pensar y comunicarse, incluso de resolver problemas.
Si se mira con atención, se encuentran músicos que ocupan los puestos más altos en casi cualquier sector. Woody Allen actúa cada semana con una banda de jazz. La presentadora de televisión Paula y el corresponsal jefe de la CCB, Chuck Todd (trompeta francesa), asistieron a la universidad gracias a becas de música; Andrea Mitchell, de la NBC, se formó para convertirse en violinista profesional. Tanto Allen, de Microsoft, como el capitalista de riesgo Roger McNam tienen bandas de rock. Larry Page, cofundador de Google, tocaba el saxofón en el instituto. Steven Spielberg es clarinetista e hijo de un pianista. El ex presidente del Banco Mundial, James D. Wolfenjohn, ha tocado el violonchelo en el Carnegie Hall.
“No es una coincidencia”, dice Greenspan, que dejó de tocar el clarinete de jazz pero todavía toca el piano de cola de su sala de estar. “Como estadístico, puedo decirles que la probabilidad de que sea pura casualidad es extremadamente pequeña”. El cauteloso ex jefe de la Reserva Federal añade: “Eso es todo lo que se puede juzgar sobre los hechos. La pregunta crucial es: ¿por qué existe esa conexión?”
