Price, de 57 años, ha tocado música durante casi toda su vida, y comenzó a tocar el piano cuando tenía cinco años. Pero en el otoño de 2009, la guitarra todavía era un misterio para ella. Llevaba tocando sólo un par de meses y le costaba un poco afrontar los nuevos desafíos. Sin embargo, en lugar de encerrarse en su sala de estar para practicar hasta sentirse más segura, hizo algo totalmente inesperado: empacó su guitarra y sus partituras, se dirigió al centro de Los Ángeles y se instaló al aire libre para practicar las nuevas técnicas.
Dos veces al año, Active Arts, una serie de programas dirigidos por el Music Center de Los Ángeles, invita a músicos aficionados al campus del centro de arte para una sesión de práctica al aire libre de 30 minutos llamada Public Practice. No hay reglas sobre lo que los participantes pueden o no pueden tocar, y los errores son más que bienvenidos.
“Lo vi como una manera de encontrar tiempo para practicar, porque siempre estoy muy ocupada”, explica Price, una secretaria legal. Habiendo participado en Public Practice tres veces, descubrió que llevar su música al aire libre la ayuda a concentrarse. “Tocar en público me anima a abordar las cosas de una manera un poco diferente. Aunque no sea una actuación, saber que podría tener observadores me ayuda a organizar mi sesión de práctica”, dice.
Por otro lado, Eric Oto, saxofonista y dos veces participante, se ha distraído ocasionalmente durante las sesiones al aire libre, pero en el buen sentido. “La acústica era tan fascinante que terminé, por un rato, simplemente caminando por la plaza del campus escuchando diferentes sonidos”, dice el abogado de 48 años. “Escuchar los sonidos rebotando en el granito, el hormigón y todo lo demás en el exterior fue realmente interesante, y me hizo pensar mucho más en la producción de sonido, en lugar de solo en la técnica”.
